viernes, 16 de noviembre de 2012

La Abuela.

Mi Abuela, una gran mujer, me enseñó a mirar.
De pequeña me llevaba de su mano, protegiendo mi tremenda timidez. Me contaba historias, me inventaba cuentos y sobre todo  acariciaba mi alma, en cada paseo. Uno de aquellos días, mi mano en la suya, entregada a su voz y a su majestuosa presencia de quién no olvida de donde viene, me "contó una poesía".
Nunca he sabido de quién era, quién se la enseñó, o si la habría leido en alguno de aquellos libros interminables que devoraba con fruicción.
Hace unos días, paseando por la calle, la mano llena de sus recuerdos y su calor, sorprendida con el paisaje que la crisis está sembrando por doquier, vino a mí como una brisa conmovedora, aquella poesía, que creía olvidada pero que me habitaba en silencio.
"Cuentan que un sabio un día
tan pobre y mísero estaba
que solo se sustentaba
de las hierbas que cogía.
Habrá otro, entre si decía,
tan pobre y triste que yo?.
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que el arrojó."
Gracias Abuela.


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