jueves, 18 de abril de 2013

Renoir

Somos legión, los que cuando escuchamos Renoir, mejor dicho los Renoir, lo primero que viene a nuestro pensamiento no es el pintor, pensamos en los cines y en una manera de mirar la vida. En mi caso viene a mí una suerte de inquietud cercana a la magia, dibujada en el tiempo con trazos de diferencia, de cultura, de diversidad y sobre todo de autenticidad. Desde muy antiguo ir al cine era la aventura más prodigiosa que me podía ocurrir y una suerte de liturgia, casi siempre de la mano de mi abuela, en esas sesiones continuas con bocadillo de pan con chocolate terroso, que se deshacía en mi paladar mirando imágenes lejanas y desconocidas. Este hábito sembró en mi interior la curiosidad a oscuras, que me haría buscar siempre otras luces en el horizonte y no el deslumbramiento fácil de lo establecido. En ese tránsito que va de la infancia a la juventud, guardé en mi caja de holandas, el tesoro inigualable de ir a los Renoir para ver lo distinto, lo singular de otros y escucharlo en sus idiomas de origen. Era un hecho diferenciador, una forma de explorar otras culturas y también una manera de modernidad, más cercana a la madera bruñida, que al brillo de la formica, lo que se instalaba en mi interior al comprar una entrada. También era una forma de pertenencia a un grupo que se diferenciaba en lo cultural y cuyas actitudes vitales, digamos eran diferentes. Desde Dersu Uzala, Cielo sobre Berlín, Delicatessen, todo el cine francés y todo el cine que venía de países muy extranjeros, se dieron cita en esas salas, que hoy lamentablemente se ven abocadas al cierre. Alta es la gran trayectoria de producción, distribución y exhibición como grande es la estela que estos cines dejan en nuestra historia cultural.



Vamos irremediablemente hacia la uniformidad, facilmente previsible y por lo tanto manipulable, de inculturas globalizadas y ruinosas que harán desaparecer la individualidad cultural y por ende la riqueza de lo diferente. Qué triste. Qué solos ante el peligro nos quedamos. Gracias Enrique. Gracias Charlette por esta aventura. Buenas noches y buena suerte.